esta hermosa niña de origen brasileño es la protagonista de esta historia que sin duda alguna pone a flor de piel el sentimiento materno de cualquiera
Durante toda su vida, Nicolly Pereira, de dos años, no podía ver o escuchar a su madre. La nena sorda y ciega de Brasil conocía el amor de su madre sobre todo a través del tacto, cuando su mãe abrazaba a Nicolly o acariciaba su cabello castaño claro.
Pero el mes pasado Nicolly contempló los ojos llenos de lágrimas de su madre por primera vez. Una amplia sonrisa se difundió por su cara y ella apretó de inmediato su frente contra la de mamá, y puso sus manitas en los hombros de su madre.
“La única palabra que se puede usar para describir lo que siento es ‘Dios’, ”, dijo el sábado la madre de Nicolly, Daiana Pereira, de 26 años, en el Instituto Óptico Bascom Palmer de Miami. “Ahora, mi hija es libre. Ella brilla ahora más que antes. Ahora, ella se ha vuelto una referencia para las personas que no creían en milagros”.
A Nicolly le fue diagnosticado glaucoma infantil congénito poco después de su nacimiento. Los médicos confirmaron que ella no podía ver la luz. En su hogar en Santa Catarina, Brasil, Nicolly sufrió siete operaciones; no tuvieron éxito. Pero cuando Pereira publicó su historia en Facebook, se hizo viral: más de 30,000 personas empezaron a seguir la odisea de Nicolly en busca de la visión.
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Finalmente, una persona de Miami en Facebook se puso en contacto con el Fondo Internacional Para Niños de la Fundación Jackson Health (Wonderfund), el cual se asoció con la fundación local Kevin García Foundation. Juntas, estas organizaciones recaudaron más de $17,000 para pagar por la operación de Nicolly en el Bascom Palmer.
Alana Grajewski, directora del centro de glaucoma infantil congénito del instituto, llevó a cabo una operación de tres horas el 17 de marzo, y pudo devolver la vista a la pequeña Nicolly, un logro que ella misma no había creído posible.
“Cuando ella llegó, sentí que había cometido un error, porque normalmente, cuando los niños llegan, tienen algún nivel de vista que se puede medir”, dijo Grajewski. “Hicimos que un técnico la evaluara al inicio, y… escribieron que Nicolly no podía ver nada, ni siquiera una luz”.
La presión ocular de los niños oscila normalmente entre 10 y 20. La de Nicolly era de 50. Grajewski dijo que eso la desanimó, pero que todavía tenía esperanzas.
Después de la operación, la presión ocular de Nicolly bajó a 12.
“Fue increíble”, dijo. “Todo salió bien. El primer día después de la operación ella tenía un parche en cada ojo”.
Pero, incluso con los parches, Nicolly supo que algo había cambiado. Ella “sonreía de oreja a oreja y cantaba”, dijo Grajewski. “Me encantó el momento de cuando ella vio por primera vez la cara de su mamá. Eso me conmovió muchísimo… Entonces, de pronto, ella se dio cuenta: ‘Oh, Dios mío, esa es mi mami’. Y su madre pudo ver que la reconocía. Fue un momento… que no tuvo precio”.
Durante meses, Pereira creyó que su vivaracha niña era también sorda y que tenía discapacidades del desarrollo, ya que no hablaba ni caminaba. Pero al llegar a Estados Unidos, Nicolly fue examinada por médicos de la Universidad de Miami, quienes descubrieron que ella tenía líquido acumulado en el oído interno. Los médicos donaron su tiempo y le hicieron una operación para drenar el líquido, lo cual tomó alrededor de 30 minutos. Ambas operaciones se hicieron el mismo día.
Nicolly ahora puede oír, ver, cantar y pararse solita. Aunque es miope, la pequeña se ríe y rueda por todas partes, con sus nuevos espejuelitos de color de rosa.
“Twinkle, twinkle little star”, cantaba en inglés.
Con su nuevo sentido de la vista, ella estaba fascinada con la pantalla de un iPhone.
La visión de Nicolly está cambiando todavía a medida que sus ojos se recuperan de la operación. Grajewski afirma que, aunque no puede decir con seguridad cómo será la visión de Nicolly, sí mejorará. Los resultados finales dependen de la atención constante de seguimiento que se le dé en Brasil. Ella regresará al Bascom Palmer en un año para hacerse un chequeo.
Los médicos del Bascom planean entrenar a los oftalmólogos que llevaron a cabo las operaciones de la niña en Brasil, para que tengan técnicas más adelantadas y puedan reconocer las señales del glaucoma y tratarlo desde temprano para prevenir la pérdida de la vista.
Traer a Nicolly a Miami fue aquí un evento comunitario. Un niño de 10 años donó el precio ganado en una liga de carreras de autos de niños para comprar los pasajes de avión de Nicolly y su mamá.
“Yo ya sabía que algo especial iba a pasar con relación a ella”, dijo Diago. “Yo estaba segurísima de que este milagro iba a pasar. Lo sentí en mi corazón, así que hice lo que mi corazón y mis instintos me dictaban”.
Siga a Monique O. Madan en Twitter: @MoniqueOMadan
Diana Pereira (der.) carga a su hija Nicolly Periera, el sábado, en el Bascom Palmer Eye Institute, donde la bebé fue operada. Roberto Koltun rkoltun@elnuevoherald.com .
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